Hay un arbusto ardiente
y yo me descalzo.
Una piedra filosa que arrojo
hiere la arena del paisaje
desértico, y me devuelve
a cambio un oasis.
Golpeo una roca
y de ella
brota el agua, límpida, vital.
Será tal vez que en esta regresión
a las historias que me instituyen
te encuentro en aquel absoluto,
en aquel paisaje, en aquel oasis,
en aquella piedra filosa que hiere
la arena; en aquella roca,
en aquel río,
en el que, por amor a Ti,
me transformo al fin en un cordero,
y tú, pastor, y yo, cordero,
enfilamos juntos hacia
el retorno de la vida.
Camila Ossorio Domecq
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