viernes, 1 de marzo de 2013

La zarza



Hay un arbusto ardiente
y yo me descalzo.
Una piedra filosa que arrojo
hiere la arena del paisaje
desértico, y me devuelve
a cambio un oasis.

Golpeo una roca y de ella                                                              
brota el agua, límpida, vital.

Será tal vez que en esta regresión
a las historias que me instituyen
te encuentro en aquel absoluto,
en aquel paisaje, en aquel oasis,
en aquella piedra filosa que hiere
la arena; en aquella roca,
en aquel río,
en el que, por amor a Ti,
me transformo al fin en un cordero,
y tú, pastor, y yo, cordero,
enfilamos juntos hacia
el retorno de la vida.


Camila Ossorio Domecq



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